Sin duda, actualmente nos encontramos al borde de la sexta extinción masiva. En las últimas décadas se ha confirmado la extinción de cientos de especies, mientras que las estimaciones de extinciones no confirmadas sitúan el número en miles. Aun así, lo peor está por llegar. Los científicos estiman que un millón de especies en todo el mundo corren el riesgo de perderse para siempre. Esta realidad inimaginable puede atribuirse a la intervención humana ya que la pérdida de hábitat, la explotación directa de las especies, el cambio climático, la contaminación y las especies invasoras contribuyen a esta crisis. En el momento de escribir estas líneas, la erradicación completa de miles de criaturas es inminente, lo que representa una pérdida irreversible de biodiversidad para el planeta.
Una de las causas más persistentes de la crisis de la biodiversidad es la sobreexplotación de las especies silvestres, alimentada por la demanda internacional. Sin una aplicación adecuada de la ley o una supervisión reglamentaria, los cazadores furtivos, los comerciantes, los compradores y otros agentes han podido explotar imprudentemente las especies silvestres y venderlas en el extranjero. El comercio ilícito de especies silvestres también ha crecido, con estimaciones de beneficios ilícitos que alcanzan los miles de millones de dólares. Los resultados han sido desastrosos: millones de especies han sido empujadas a la extinción, mientras que muchas más, como los jaguares, los tiburones oceánicos de punta blanca y las tortugas marinas, luchan por sobrevivir.
Las especies en peligro no son las únicas que sufren. El declive de las especies animales, sobre todo de las que son icónicas en una región o país concreto, ha supuesto un grave coste económico para las comunidades de las que proceden estos animales. Los ingresos generados por el turismo animal son inmensos -incluso un tiburón solo, por ejemplo, puede aportar millones de dólares debido al turismo- mientras que la caza furtiva produce relativamente pocos ingresos, lo que representa un inmenso coste de oportunidad para innumerables grupos en todo el mundo.
El comercio de especies silvestres también ha resultado desastroso desde el punto de vista de la salud pública. La razón es que muchas enfermedades infecciosas proceden de los animales y se propagan a los humanos debido en parte al tipo de interacciones entre la fauna salvaje, el ganado y las personas que la demanda internacional de fauna salvaje facilita a través del comercio. De hecho, aproximadamente el 60% de las enfermedades infecciosas conocidas y hasta tres cuartas partes de las enfermedades nuevas o emergentes se originan en los animales1. Esto incluye, quizás al más famoso virus, el COVID-19, que causó la crisis de salud pública más grave desde la gripe española de 1918.
Está claro que la falta de una regulación eficaz del comercio internacional de especies silvestres, así como el comercio ilegal, son una amenaza tanto para las personas como para los animales, contribuyendo a una creciente crisis de la biodiversidad y suponiendo una amenaza internacional para la salud pública.
CITES
Desde su entrada en vigor en 1975 en Washington, DC, la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, por sus siglas en inglés) ha trabajado para abordar estos problemas, en parte, regulando mejor el comercio internacional de fauna y flora silvestres. Mientras que el primer texto de la convención fue acordado por 80 países en 1973, la CITES ha crecido hasta incluir a 184 países, cada uno de los cuales ha firmado un acuerdo legalmente vinculante para aplicar este tratado. En consecuencia, la CITES es uno de los tratados medioambientales más importantes del mundo, con estados que regulan el comercio de más de 38,000 especies amenazadas o en peligro de extinción.
Uno de los aspectos más importantes de la CITES es que cuenta con tres apéndices en los que se puede incluir una especie, cada uno de los cuales se correlaciona con un nivel diferente de protección normativa. Los dos apéndices más importantes en los que una especie puede estar incluida son el Apéndice I y el II. El Apéndice I es el de más alta protección. Prohíbe el comercio internacional de especies con fines comerciales debido al alto nivel de amenaza que el comercio supone para su supervivencia, mientras que el Apéndice II regula el comercio de especies (incluidas las especies parecidas) que no están actualmente en peligro de extinción, pero que podrían llegar a estarlo si no se controla su comercio. Las partes se reúnen cada tres años en la Conferencia de las Partes (CoP) para proponer enmiendas a estos Apéndices y debatir las enmiendas, sus medidas de aplicación y cumplimiento establecidas en resoluciones y decisiones. Está previsto que la próxima CoP se reúna en noviembre en ciudad de Panamá.
Defensores: Nuestro impacto y nuestra posición
Defenders of Wildlife lucha por las especies en su país y en el extranjero, ha asistido a todas las Conferencias de las Partes de la CITES desde la octava edición en 1992. Como parte de nuestra vocación, Defenders trabaja para apoyar a los miembros de la CITES en sus esfuerzos para presentar nuevas propuestas, así como para producir diversos materiales de defensa para compartir con los representantes de los países y los participantes. Con los delegados votando sobre docenas de propuestas de especies diferentes e introduciendo medidas reguladoras que afectarían a miles de especies, nuestro objetivo es garantizar que tengan la información necesaria para tomar las mejores decisiones posibles. La información sobre las especies que necesitamos proteger, así como las medidas que las protegerían, es fundamental para garantizar que los delegados de la CITES tomen medidas significativas para ayudar a las especies de nuestro planeta. Anteriormente, hemos impulsado con éxito una mayor protección de varias especies de ranas, tiburones, mantas, rayas, tortugas marinas, loros y diversas plantas.
Una de las propuestas en las que nos centramos y apoyamos este año es la que regularía el comercio de ranas de cristal. Presentes en toda América Central y del Sur, las ranas de cristal habitan un área de distribución que se extiende desde el sur de México hasta el norte de Argentina y a través de los Andes desde Venezuela hasta Bolivia. Las ranas de cristal -llamadas así por sus cuerpos transparentes como el cristal- suelen encontrarse en zonas cálidas y húmedas, dependen del agua corriente y de la vegetación de los ríos como hábitat. Aunque estos anfibios habitan una zona considerable, las ranas están amenazadas por la deforestación y la pérdida de hábitat.
Otra amenaza para estas ranas es la creciente demanda de las mismas en el comercio internacional de mascotas, que probablemente se deba a su aspecto distintivo y deseable. Sin embargo, a pesar de esta creciente amenaza -y del copatrocinio de la propuesta por parte de 14 países, principalmente de América Latina (la región de la que proceden las ranas de cristal), pero también de Estados Unidos, Gabón y otros-, existe la preocupación de que la Unión Europea y otros países que aún no han manifestado su apoyo a la propuesta puedan impedir que las ranas reciban la protección que necesitan en el marco de la CITES. En esta situación, en la que los países de los que proceden las ranas de cristal apoyan la propuesta de incluirlas en el Apéndice II, Defenders cree que es importante que otros países les escuchen y apoyen en su propuesta, especialmente aquellos que son los principales importadores de la especie.
En la CoP de este año (CoP 19), Defenders también abogará por la aprobación de propuestas que proporcionen protección a varias especies de tiburones. Si bien la CoP 18 supuso una victoria al incluir al tiburón mako en el Apéndice II -y las CoP anteriores supusieron una mejora de la normativa para el tiburón martillo gigante, el tiburón martillo liso, el tiburón martillo común, el tiburón ballena, el tiburón arenero, la tintorera, el angelote y el tiburón oceánico de punta blanca-, estas y otras especies de tiburones siguen necesitando una mayor protección.
En la actualidad, el 75% de las especies de tiburones están en peligro de extinción. Entre otras causas de mortalidad, innumerables tiburones han muerto como resultado de ser objetivo por sus aletas y al ser capturados accidentalmente por los buques pesqueros, añadiendo el lento ciclo reproductivo de muchas especies de tiburones que empeora la situación. Aunque es difícil saber el número exacto de animales muertos por capturas ilegales y no registradas, las estimaciones sitúan la cifra en más de 73 millones al año.
Conclusión
La CITES ha demostrado ser uno de los acuerdos internacionales más potentes para regular el comercio internacional de especies silvestres y uno de los tratados más eficaces gracias a su mecanismo de aplicación y cumplimiento. En un momento en que la crisis de la biodiversidad se agrava debido a la negligencia humana y la irresponsabilidad amenaza la existencia de millones de especies, la CITES nos brinda la oportunidad de limitar los daños y proteger a algunas de las maravillosas criaturas que viven entre nosotros.
*Andrés Mejía, becario de comunicación, también contribuyó a este blog.
*Andres Mejia, communications intern, also contributed to this blog.
¹Salyer SJ, Silver R, Simone K, Barton Behravesh C. Prioritizing Zoonoses for Global Health Capacity Building-Themes from One Health Zoonotic Disease Workshops in 7 Countries, 2014-2016. Emerg Infect Dis. 2017 Dec;23(13):S55–64. doi: 10.3201/eid2313.170418. PMID: 29155664; PMCID: PMC5711306.
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